Diego Ramírez Toro.

¿Cuál es la realidad que enfrenta hoy el transporte de carga en relación a delitos y robos?
Es una situación que preocupa, porque si bien los datos históricos desde 2015 indicarían que las denuncias por robos de camiones de alto tonelaje marcan tendencia la baja, hay que agregar todo lo que pasa con vehículos de carga livianos, de tipo urbano, que transportan mercaderías valiosas y que son asaltados en ciudades. Esas son cifras que no tenemos. Sí se puede afirmar, porque están los datos, que la zona poniente de Santiago, concentra sobre el 35% de los casos de delitos, seguida por la zona oriente con el 12%, Atacama igual con 12% y el Biobío con 9%. Hay una importante actividad criminal, y así como en el Sur el blanco favorito son los cargamentos de salmones, en el norte es el cobre y en la zona central las mercancías valiosas.

¿Están los delincuentes más especializados?
Absolutamente. Hay un círculo que se inicia con una demanda negra, con canales de distribución propios, un mercado ilegal, por cierto. Luego, aparecen las organizaciones delictuales que designan sus objetivos, planifican los golpes y los perpetran. ¿De dónde sale la información de las cargas que les interesan y roban? Lo que está claro es que hay fuga de información, muchas veces en los depósitos de cargas, puertos, las propias empresas, los choferes, y no porque formen parte de las bandas, sino porque hay quienes están atentos a captar los datos que les sirven. Así, preparan los asaltos premunidos de armas, vehículos y elementos electrónicos con los cuales inhiben las señales de los GPS y celulares. Los delincuentes luego llevan el botín a lugares seguros desde donde los despachan a sus “clientes”. ¿Por qué tienen éxito? Porque cuentan con el elemento sorpresa como factor principal. Ellos eligen dónde dar el golpe y cómo.

¿Cuáles son los modus operandi?
A lo anterior se suman denuncias que refieren robos desde depósitos portuarios, en el mismo San Antonio, y otros en centrales logísticas. A veces no es la carga completa, sino que “peinan” los cargamentos, es decir, sacan una parte de estos. Lo que preocupa es que los delitos ya no solo se perpetran en los caminos, sino también en bodegas que forman parte de estos circuitos delictuales, en bases donde se guardan contenedores. Eso también afecta a los transportistas.

¿Cuáles son las rutas más inseguras?
Siguen siendo de preocupación los enlaces que conectan las rutas 68 y 78 con Américo Vespucio en Santiago, lo que se conoce como el “triángulo de las Bermudas”. La zona poniente de la capital es la que concentra más de un tercio de todos los casos, y además hay gran cantidad de bodegas logísticas. También preocupan ciertos tramos en carreteras como la 5 Sur, entre Los Ángeles y Temuco, donde hay cotos de caza para los camiones que transportan salmones desde Puerto Montt u otras localidades. Recientemente, Carabineros pidió a los camioneros no estacionarse en las bermas de la Ruta 5 cerca del peaje Las Maicas, Novena Región, donde ha habido varios robos.

Fue indicado como nuevo punto rojo en el mapa del delito. Y si hablamos del Norte, hay lugares en la Segunda Región donde las bandas operan contra camiones con cargas de cobre. A todo este cuadro se suma la delincuencia en las mismas ciudades, donde acorralan y encajonan a los camiones urbanos en las autopistas para asaltarlos. Los ejemplos están a la vista en los noticieros.

¿Qué impacto produce esta situación a las empresas de logística y transporte?
Es inmenso. Pensemos que si a una empresa pequeña, con dos camiones, le roban uno, pierde la mitad de la flota. Pero lo más peligroso es que se pone en riesgo la vida de los conductores, porque se trata de delincuentes armados y muy peligrosos. Ahora, si aparece un camión pero se roban la carga, es la empresa de transporte la que enfrenta el problema, porque empieza a operar el seguro, y a ese camionero le van a subir las primas y el mandante hará exigencia de que le devuelvan el valor de la carga. Por no hablar de todo el tiempo y recursos que se pierden en las diligencias judiciales, las fiscalías, y lo que implica ser víctima de un caso criminal.

¿Cómo garantizar una carga segura en carretera?
En las carreteras, hay que invertir en tecnología, para hacer seguimiento de los vehículos, lo cual requiere de la gestión de las empresas. En segundo lugar, tener cuidado con el manejo de la información, salida, destino, horarios de las cargas, por lo que hablamos de la fuga de datos. Eso en lo que atañe a los transportistas y a las empresas logísticas. En cuanto al otro actor, el Estado, debe hacer un esfuerzo mayúsculo por lograr más seguridad. Solicitamos más patrullajes, y aunque sabemos todo el esfuerzo y la falta de medios de Carabineros, patrullar los caminos es el mejor disuasivo contra el crimen. Eso es responsabilidad del Gobierno y así lo hemos dicho los gremios al Ministerio del Interior, a quien también se pidió la regulación severa de los dispositivos electrónicos que bloquean las señales de los GPS y celulares, y que hoy los delincuentes compran por Internet.

¿Qué rol debe cumplir el Estado?
El Estado es el principal elemento para proveer seguridad y orden público a los ciudadanos que trabajan honestamente. Tiene el primer deber porque cobra impuestos a los contribuyentes y les debe responder. Dicho eso y como señalamos antes, está al debe, porque el crimen ha aumentado, la violencia va en alza, hay guerrillas en el Sur, y por lo tanto contener este cuadro y prevenirlo es muy difícil. Pero tiene que reforzarlo y poner de prioridad cómo hacemos para que los ciudadanos vivamos tranquilos, y en el caso de los transportistas, que no se roben los camiones y las cargas. Hoy vemos que el comercio ilegal y callejero en las ciudades está lleno de productos que no son artesanales, sino que claramente son robados en alguna parte. Ahí operan mafias en una cadena comercial negra, y eso está a la vista de todos. Buen ejemplo es lo que se hizo en Meiggs, donde se intervino y se frenó la delincuencia. Ese es el camino.

¿Cuál es la situación en la Macrozona Sur?
En Arauco, en la Araucanía, y ahora en Los Ríos, operan organizaciones irregulares violentistas, fuertemente armadas y vinculadas al narcotráfico, robo de madera y armas, que están enquistadas y desafían abiertamente al Estado chileno. Actúan con nombres y apellidos y operan como guerrillas. Gracias al poder y dinero que van ganando, hoy están fortalecidas y ejecutan lo que se conoce como un conflicto armado de baja intensidad, no menos cruel y sangriento que otros tipos de violencia criminal, en que operan por sorpresa. Los transportistas fueron las primeras víctimas de sus acciones, y ahora sus blancos se han ampliado a empresas contratistas forestales, agricultores y ciudadanos comunes, muchos de ellos mapuches. No es a los gremios camioneros a quienes corresponde decir cómo enfrentar esa guerra irregular: es el Estado quien debe ejecutar una estrategia. Lo que sí podemos decir es que los transportistas han pagado un alto precio y hay sangre derramada, como es el caso del conductor Juan Barrios, quemado y asesinado en 2020.

¿De qué manera la CNDC apoya al sector en esta materia?
Participamos en instancias de seguridad, que son reservadas, y que coordina el Gobierno, en las que estamos los gremios, las policías y el ministerio público. Esta labor se hace según zonas geográficas en que el objetivo es compartir información, hacer seguimiento y evaluar en forma permanente.