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ELECTROMOVILIDAD Y ÚLTIMA MILLA
Oportunidades y desafíos
Por Gilberto Escalona, Chief Technology Officer de Enérgica City.
En el actual esfuerzo mundial por combatir el cambio climático y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, la adopción de la electromovilidad ha surgido como una solución prometedora en el sector del transporte. El uso de vehículos eléctricos (VE) y otros medios de transporte eléctricos, ha ganado una tracción significativa en los entornos urbanos. Sin embargo, cuando se trata del transporte de “última milla”, la etapa final del viaje de una persona a su destino, hay retos específicos que deben abordarse para la adopción generalizada de la electromovilidad en este sector crítico.

La última milla suele ser la parte más difícil de un viaje, especialmente en entornos urbanos con tráfico denso y opciones de estacionamiento limitadas. Si bien los sistemas de transporte público constituyen una espina dorsal eficiente para la movilidad urbana, el último kilómetro plantea retos únicos, como circular por calles estrechas, llegar a destinos remotos o recorrer distancias cortas. La electromovilidad podría desempeñar un papel transformador a la hora de abordar estos retos, pero existen varios obstáculos que dificultan su integración sin fisuras.

Ante todo, la infraestructura sigue siendo una preocupación acuciante. A diferencia de las redes de recarga establecidas para los vehículos convencionales, los vehículos eléctricos requieren una amplia infraestructura de recarga para garantizar la accesibilidad y la comodidad de los usuarios. La falta de estaciones de recarga en zonas clave, como barrios residenciales y centros comerciales, hace que los potenciales propietarios de VE duden a la hora de adoptar la electromovilidad.

Los gobiernos y las empresas privadas deben colaborar para invertir en una sólida red de recarga que abarque la última milla y permita a los usuarios de VE cargar sus vehículos de forma rápida y eficiente.

Como país tenemos un importante desafío en este sentido. De acuerdo con nuestras cifras, si consideramos que al año 2025 van a existir aproximadamente 25 mil vehículos eléctricos en Chile, potencialmente se van a requerir 25 mil puntos de carga, lo que equivale prácticamente a instalar 22 al día, cosa que estamos lejos de cumplir.

Además, el elevado costo inicial de los vehículos eléctricos sigue siendo un obstáculo importante para su adopción. Aunque el ahorro en combustible y mantenimiento hace que los VE sean más económicos a largo plazo, la inversión inicial puede resultar prohibitiva para muchos particulares, especialmente en regiones con escasos incentivos financieros o subvenciones para la compra de vehículos eléctricos. Ante esto, es fundamental el impulso por parte del sector público de incentivos y exenciones fiscales para hacer que los VE sean más accesibles y económicamente viables, especialmente para el segmento de transporte de última milla.


¿Oportunidad para el sector privado?

Sin embargo, el esfuerzo no es solo público. El sector privado también tiene una gran oportunidad. De acuerdo con nuestras cifras, para la implementación de infraestructura de carga en un edifi- cio residencial o de oficinas, considerando habilitar 10 estacionamientos, debería tardar una semana en la instalación y puesta en marcha. En cuanto al costo, el proyecto de infraestructura de recarga para el 100% de los estacionamientos no debería superar el 1% del presupuesto de obras eléctricas del proyecto y lo puede realizar el mismo instalador eléctrico de la empresa constructora. Sólo se debe considerar habilitar los puntos de carga o cargadores y que estos permitan optimizar la capacidad eléctrica y a su vez gestionar el cobro de la energía en cada estacionamiento.

Por lo tanto, la electromovilidad surge como una importante oportunidad para las empresas inmobiliarias, debido a que su costo es muy bajo en comparación a sus inversiones iniciales en los proyectos. El mundo -y nuestro país- va avanzando rápidamente hacia la electromovilidad y debemos estar preparados para contar con la infraestructura necesaria.

Otro aspecto a tener en cuenta son las necesidades de movilidad propias de comunidades diversas. Los barrios de bajos ingresos y las poblaciones marginadas suelen enfrentarse a retos adicionales a la hora de adoptar la electromovilidad. Estas comunidades pueden tener un acceso limitado a la infraestructura de recarga y a opciones asequibles de VE, lo que se traduce en una dependencia continua de los modos de transporte convencionales, a menudo contaminantes. Para hacer frente a esta situación, deben aplicarse programas y políticas específicas que garanticen un acceso equitativo a opciones de transporte limpias y sostenibles para todos los ciudadanos.

Además, integrar la electromovilidad en el ecosistema de la Última Milla exige un cambio de mentalidad y de hábitos. La gente se resiste por naturaleza al cambio, y convencerla de que pase de los vehículos de gasolina a los eléctricos puede llevar tiempo. Las campañas de educación y concienciación son vitales para disipar los mitos sobre los vehículos eléctricos, abordar los problemas de autonomía y promover los beneficios medioambientales y económicos de la movilidad eléctrica.

Además de promover la propiedad individual de vehículos eléctricos, los servicios de movilidad compartida pueden ser decisivos para la electrificación de la Última Milla. Las empresas que ofrecen scooters eléctricos, servicios de bicicletas compartidas, entre otros, ya han avanzado en esta dirección. Fomentando estos servicios e integrándolos en los sistemas de transporte público existentes, podemos crear una red de transporte multimodal, sostenible y sin fisuras que beneficie tanto a los usuarios como al medio ambiente.

En conclusión, la adopción de la electromovilidad en la Última Milla enfrenta varios retos que deben abordarse colectivamente. Invirtiendo en infraestructuras de recarga, ofreciendo incentivos financieros, garantizando un acceso equitativo y fomentando la concienciación pública, podemos allanar el camino hacia una Última Milla más ecológica y sostenible.

Mientras abrazamos el futuro eléctrico, es esencial recordar que esta transición no se producirá de la noche a la mañana, sino que requiere esfuerzos concertados de gobiernos, empresas y particulares por igual. Trabajemos juntos para construir un paisaje urbano más limpio, ecológico y conectado para las generaciones venideras.

Agosto 2023
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