El Ichiban Japanese Bistro es un restorán japonés con estilo fusión, es decir, que combina la comida tradicional japonesa con alternativas adaptadas especialmente para paladares principiantes, con un estilo californiano. Junto con esto, la estrategia arquitectónica del recinto se centró en crear un espacio abierto, rompiendo con la tradición de los restoranes japoneses, que tienden a espacios cerrados y desvinculados del exterior.

"Nuestra idea era convertirnos en mucho más que una ‘tienda de comida’, un lugar donde la gente va a comer nada más. Por el contrario, lo que queríamos era que el visitante valorara la experiencia de manera integral, donde el espacio era un ítem fundamental", explica Bang. De esta forma, el diseño del lugar contempló amplias ventanas con vista a un jardín japonés en el exterior y a la calle Padre Hurtado, con piso de mármol en la planta baja y madera flotante en la planta alta, además de cielo de vulcanita y muros de cemento en todo el recinto. "Quedamos muy conformes con el trabajo que se hizo, porque desde el punto de vista estético cumplía con todo lo que había imaginado, en cuanto a un espacio abierto, con vista al exterior y que contrastara radicalmente con la apariencia de una oficina de trabajo cerrada. Sin embargo, lo que este diseño nos ofrecía en términos visuales nos imponía a su vez una serie de desafíos en términos acústicos", indica el ejecutivo.

El principal problema radicaba en la dificultad de mantener de manera armónica la autonomía acústica de cada mesa, sumada a la coexistencia de la música ambiente. "Sucedía que cuando venía un grupo de 15 personas a celebrar un cumpleaños era muy difícil que la pareja de la mesa de al lado pudiera concretar una petición de matrimonio, porque el ruido no lo permitía".

Durante varios meses buscaron una solución que cumpliera con los requerimientos técnicos, pero que a su vez no interfiriera con la estética del lugar, una ecuación que en la práctica resultó ser mucho más difícil de lo que imaginaron porque el mercado no ofrecía muchas alternativas en este sentido. "Después de largo tiempo de análisis de los materiales que existían en el mercado, nos decidimos por una placa de la empresa Sonoflex, que contaba con todo lo que nosotros necesitábamos", agrega Bang.

Confort acústico y visual

La solución de Sonoflex utilizada en el restorán fue FONAC Class 1, una placa fonoabsorbente ignífuga, con cuñas anecoicas que amplían en un 300% el área de absorción de las ondas sonoras. Esta placa combina la más avanzada tecnología existente para materiales absorbentes acústicos, donde destaca su condición de espuma ignífuga Class 1, que implica que no es inflamable, no gotea y está libre de fibras, por lo que no produce desprendimientos contaminantes. Junto con esto, responde a las normas UL 94 HBF, ASTM D 4986 e ISO 9772.3 de alcance internacional y posee un alto poder absorbente, evitando la reflexión de los sonidos (reverberación) en superficies duras de paredes y techos, y atenuando el nivel sonoro general.

"Para nosotros -explica Minsu Bang- era fundamental que el tipo de placa que utilizáramos se mezclara en armonía con los otros materiales usados en la construcción del restorán y esta alternativa cumplió cabalmente con este objetivo. Conocimos otros productos pero siempre nos topábamos con que parecían cielo americano, lo que en nuestro caso terminaba siendo la extensión del ambiente de la oficina al restorán, lo que contrastaba con el entorno de relajo que queríamos imprimirle al lugar".

Ventajas de la instalación

Junto con la combinación entre las necesidades técnicas y las estéticas, para Minsu Bang era fundamental que el producto fuera fácil y rápido de instalar, porque el negocio no podía cerrarse durante las obras. Aprovechando las ventajas de manipulación del producto de Sonoflex, el trabajo se realizó durante la noche, en dos jornadas consecutivas del mes de Noviembre.

"Cuando el instalador de la empresa Mancera me explicó las ventajas del material y vimos una prueba, me impresionó lo delgado y liviano que era, pero tenía cierta incertidumbre en cómo iba a ser el proceso de instalación, porque el restorán tenía que seguir funcionando sin alteraciones durante todo ese tiempo. Sin embargo, luego de dos noches de trabajo las placas estaban puestas y funcionando sin ningún problema y sin generar ruidos molestos o exceso de desechos", precisa.

Inmediatamente después de la instalación se pudieron sentir las mejoras en la calidad acústica del recinto, donde hoy coexisten los espacios sonoros de cada una de las mesas con el sonido ambiente sin interrupciones. "Todo quedó calibrado en su justo nivel, porque en algún momento tuvimos miedo de que esto se convirtiera en un estudio de grabación, donde se sintieran cada uno de los sonidos, sin embargo, eso no ocurrió, muy por el contrario, hoy día disfrutamos de un ambiente muy cómodo, donde la gente se quiere quedar por horas porque se siente acogida e integrada".

Actualmente, estudian un proyecto de ampliación del restorán en el que, aseguran, volverán a utilizar FONAC Class 1 de Sonoflex.