Marcelo Sánchez.

Las zonas más pobres del Gran Santiago disponen de menos de tres metros cuadrados de áreas verdes por habitantes, muy lejos de la recomendación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de un estándar de 9,0 m2/hab.

Estudios han demostrado que la presencia de un área verde eleva la plusvalía de las viviendas en más de 50% respecto de las zonas que no cuentan con ellas. La magnitud de áreas verdes y cómo se distribuyen, no solo afecta a las personas y comunidades localizadas en sus entornos, sino que al conjunto de la región, pues estos espacios mejoran el ambiente, la calidad del terreno, la sensación térmica, y otros beneficios que impactan en los ecosistemas.

Si miramos superficies de áreas verdes en comunas como Independencia y Quinta Normal, Lo Espejo y el Bosque, en su conjunto suman apenas el 28% de Vitacura, que cuenta con 458,1 ha. A esta estadística escapan comunas como Renca, Maipú y Recoleta con una media de 250 ha de superficie, básicamente por la existencia del Parque Metropolitano y el Cerro Renca.

En estimaciones del Informe “La Brecha Verde” de Atisba, para llegar al estándar OMS se debieran construir alrededor de 2.700 nuevas hectáreas de áreas verdes, claro está que dónde hacerlo, va de la mano de cómo cambia la densificación, las áreas disponibles o necesarias, los recursos para construir y fundamentalmente para mantener.

Hoy uno de los principales déficits que afectan el desarrollo de áreas verdes en zonas de más bajo estándar, es precisamente cómo resolver los costos de mantención. Por esta razón, la Fundación San Carlos de Maipo ha implementado programas focalizados en barrios para dar una respuesta sostenible en esta área, ello sin perjuicio de los necesarios apoyos que deben existir del gobierno local, regional y sectorial.

Los proyectos regionales e intercomunales permiten abrir espacios para sumar externalidades positivas. Una forma, han sido los parques que administran distintos municipios. Una propuesta de valor sustentable, es aprovechar el trazado que definen los bordes de agua, para crear rutas verdes que combinen distintas necesidades. Con casi 800 mil traslados diarios en bicicleta, se estima entre un 4% y un 7% su uso potencial en la Región Metropolitana, y sin duda esta forma de trasladarse va a ir ganando adeptos en el tiempo, ayudando a disminuir los problemas de la congestión, pero también y, en especial, cuando integran los bordes de canales y parques, se transforman en espacios recreativos.

La Fundación San Carlos de la Sociedad de Canalistas de Maipo ha propuesto una visión denominada Gato (#) de Aguas constituida por un sistema de ejes verdes que ocupan el borde de ríos y canales en una red de 165 km de ciclopaseos conectados. Las Perdices, Tobalaba y Mapocho 42K, son iniciativas impulsadas por la Fundación. A través de la conexión de estos tres ejes, se podrá unir por la ribera del Río Mapocho, las comunas de Lo Barnechea y Pudahuel. Asimismo, a estos tres ejes, y con la finalidad de llegar a las comunas que cuentan con los más bajos estándares de áreas verdes, el Eje de la Quebrada de Macul y el Zanjón de la Aguada, viene a completar el Gato de Aguas.La cobertura del “Gato”, sobre la cuenca Metropolitana, suma 26 comunas con borde de aguas. Indudablemente mayor disponibilidad de infraestructura con ciclovías o parques con implementación recreativa o deportiva, mejora las condiciones del entorno.