María Fernanda Aguirre.

El interés de Chile por la construcción sustentable ha ido creciendo en forma sostenida, lo que ha determinado que tanto proyectos públicos como privados busquen demostrar su desempeño ambiental a través de un sistema de certificación reconocido internacionalmente y con estándares muy superiores a los de la construcción promedio en nuestro país. Es importante reconocer que la generación de políticas públicas, reglamentación y bienes públicos orientados a estimular y regular la sustentabilidad como variable a considerar, ha sido justamente gatillada por este interés genuino de los distintos actores involucrados en la industria de la construcción entendiendo que es posible incorporar el cuidado del medio ambientes y los habitantes a precios competitivos y en donde el primer factor impulsor fue la aparición e incremento de proyectos LEED en Chile y países vecinos.

La competencia más cercana de Chile en la región latinoamericana y sudamericana sería Colombia, país que ha tenido un gran avance en cuanto a desarrollo de la Certificación LEED en los últimos años. Además, actualmente tiene una mayor cantidad de profesionales acreditados (LEED Green Associate y LEED AP) que nuestro país, lo que nos permite concluir que la proyección de profesionales interesados en especializarse en este sistema es creciente y que eso ha determinado que además se generen nuevas redes de negocios en el ámbito de la consultoría, el diseño, la construcción y el facility management.

Dentro del panorama internacional, de acuerdo a una publicación oficial del USGBC en julio del 2015, después de Estados Unidos, el país con mayor cantidad de proyectos registrados y certificados es Canadá, seguido por China, India y Brasil. El top ten lo cierran Turquía y Suecia en el noveno y décimo lugar respectivamente.

En Chile, afortunadamente la sustentabilidad en construcción ha dejado de ser una tendencia para pasar a ser la base de muchas políticas públicas y el foco de muchas estrategias de innovación, entendiendo que no solo se mejora la competitividad sino también la productividad.

Muchos países europeos han hecho de la “economía verde” su caballito de batalla para sortear la crisis ya que la eficiencia en el uso de recursos y la visión cíclica son justamente las variables en las que se fundamenta la economía sostenible. Nuestro país, a través de distintas iniciativas públicas y privadas, ha concientizado que el ser sustentable no solo genera valor a nivel de empresa o de proyecto, sino que además, permite hacer crecer otros mercados, fomenta las inversiones extranjeras y educa, lo que a final de cuentas es el mejor activo que un país puede tener.