Santiago Barcaza S.

Al mirar el futuro, el rol del acero sigue siendo igualmente decisivo. Con una población que hacia 2050 estará concentrada en un 70% en ciudades y grandes urbes, el acero estará entre los materiales clave para construir estas megaciudades, sus edificios y su infraestructura de transporte.

La construcción demanda cerca del 50% del acero que se produce en América Latina, siendo además clave para la construcción de plantas y transporte de energías renovables no convencionales, como la energía solar, los aerogeneradores y las tuberías para el servicio de agua potable y gas. Por esta razón, los productores, conformadores y constructores de estructuras de acero continúan mejorando sus procesos y creando nuevas calidades, sistemas constructivos y documentos que promueven buenas prácticas y normativas que instalan a este material a la altura de poder resolver nuevas necesidades.

Muchas de estas empresas cuentan en Chile con ejecutivos y profesionales que, en forma integrada con universidades, la Corporación de Desarrollo Tecnológico y el Instituto Chileno del Acero, desarrollan innovación local en los procesos productivos, en sustentabilidad y en calidad y nuevos productos, lo que ha sido replicado dentro y fuera del continente. Sin embargo, aún persisten paradigmas que impiden una participación más decidida del acero en proyectos de edificación residencial en altura.

El diseño en edificación residencial está influenciado por numerosos factores, incluyendo los nuevos requerimientos de sostenibilidad, así como las prestaciones térmicas y acústicas. La necesidad medioambiental de preservar el terreno, mientras se mejoran las características sociales del entorno construido, presenta también un efecto directo sobre la selección del sistema constructivo.

Los desafíos para conseguir procesos constructivos más sostenibles y eficientes energéticamente, han llevado a mayores demandas del nivel de prefabricación y de la calidad requerida en el comportamiento de la tecnología constructiva elegida. Sin ir más lejos, basta con revisar las definiciones que desde el gobierno dan cuenta de lo que se espera del sector construcción chileno, a propósito de la creación del programa Construye 2025 (www.construye2025.cl), el cual propone sentar las bases para una nueva fase de desarrollo de nuestra economía, gracias a la transformación de la forma de construir en Chile, de tal manera de mejorar sustancialmente la productividad de la industria y generar un cambio cultural en torno a los valores de la sustentabilidad y la innovación. En esto, el acero tiene una inigualable oportunidad.

La experiencia internacional nos muestra que las tecnologías utilizadas en la construcción en base acero han logrado una alta cuota de mercado en el sector residencial, ya que presentan ventajas como rapidez de construcción, altos niveles de calidad, buena durabilidad y capacidad de proporcionar flexibilidad en los diseños.

Además, estas tecnologías pueden utilizarse separadamente o en conjunto con otros materiales y sistemas constructivos, para así proporcionar sistemas completos de construcción. Estas formas híbridas de tecnología en construcción conducen a una amplia variedad de soluciones para el diseño. Lo anterior supone un acuerdo fundamental: el motor de la innovación está en nuestra industria, incluyendo bajo ese concepto tanto a empresarios, ejecutivos, profesionales y trabajadores. Quienes conforman las empresas son los que hacen la innovación, los que deciden la incorporación de actividades de investigación y desarrollo, o la aplicación de sistemas constructivos novedosos y eficientes, como por ejemplo, aquellos en base a acero; por lo tanto, mientras las empresas no se constituyan en protagonistas principales, este proceso de transformación económica y social seguirá siendo parcial e insuficiente.