Foto Alvaro Vidal.

¿Cómo recibe este galardón del Colegio de Arquitectos?
De alguna manera es un reconocimiento a la arquitectura patrimonial y al valor de las arquitecturas regionales, tradicionales y vernáculas, que pueden ser soportes de una arquitectura contemporánea sostenible y con identidad. También es un reconocimiento al proceso histórico de la arquitectura y de la cultura de Chiloé, de la cual nuestra reflexión y acción es parte.

¿De alguna manera ha promovido y aportado al patrimonio de Chiloé?
Leía el otro día un texto que decía que patrimonio no es solo lo que heredamos del pasado sino también lo que tomamos prestado del futuro. En ese sentido, nuestro trabajo se sustenta en el patrimonio arquitectónico insular, el cual recreamos en clave contemporánea para responder a los requerimientos de hoy y proyectarlo al futuro, lo que convierte la obra en un proceso sostenible. En cierto modo, entendemos que nuestra responsabilidad profesional consiste en poner en valor el patrimonio de un lugar, desarrollarlo y proyectarlo a las futuras generaciones.

Una vez llegado a la isla se involucró en la defensa de los palafitos…
Fueron años de aprendizaje, porque recién llegados, rápidamente, nos dimos cuenta que para hacer la arquitectura contemporánea de Chiloé, que pretendíamos soportar en la arquitectura patrimonial pre- existente, era necesario entender la cultura de la cual ella era su obra mayor.

Proyecto Palafito Loft.

Es por ello que nuestra oficina de arquitectura derivó en el Taller Puertazul, que se convirtió en una instancia de acción y reflexión transdisciplinaria a la que aportaron su mirada y experiencia historiadores, constructores, antropólogos y estudiantes de arquitectura.

En el Taller desarrollamos las teorías: “Chiloé, una Cultura de la Madera” y “Chiloé, una Cultura del Bordemar”, palabra que acuñamos para describir ese espacio intermareal donde se centra la vida del chilote que pesca, recoge algas o marisca. Ese era el espacio natural, siendo los palafitos la arquitectura de ese espacio natural, por lo mismo no podíamos quedarnos callados ante el decreto alcaldicio que a fines de los 70 pretendía la erradicación total de estos barrios de origen marginal y, junto con los habitantes, salimos en su defensa.

Logramos convencer que el problema no era estético sino ético, ya que lo que correspondía no era erradicar, sino mejorar estos barrios, repararlos, dotarlos de servicios básicos porque ellos eran la expresión única en el país y el mundo, de una arquitectura construida en madera y sobre el mar, por una comunidad.

Palafito Loft. Foto Andrea Fernández.

¿Qué materialidades imperan en su obra?
Aquellas que hacen posible que se pueda construir en este territorio una casa de manera íntegra con las maderas provenientes del bosque nativo, desde las fundaciones al techo. Los poyos o pilotes son de luma o ciprés; las estructuras de coigüe, ulmo o canelo; los revestimientos de tejuela de alerce al igual que las cubiertas; las ventanas de ciprés, los pisos y sus revestimientos, cielos y paredes de canelo, tepa o mañío.

Por ejemplo, en el caso del Parque Tantauco, con los carpinteros chilotes convertimos los troncos de ciprés de las Guaitecas, sobrevivientes de grandes incendios forestales, los que al cortar nos revelaron la belleza extraordinaria de esta imputrescible y aromática madera, que aportaron a una arquitectura que se construyó de manera tradicional.

¿Cuáles son las principales obras en las que ha trabajado los últimos años?
Los últimos diez años hemos estado desarrollando la arquitectura del Parque Tantauco, cuya obra principal, sin duda, es el faro de Inio, construido con ciprés de las Guaitecas y que es un ícono de este proyecto de conservación de la extraordinaria naturaleza de este lugar.

Edificio O'higgins. Foto Archivo Edwards Rojas.

En la actualidad acabamos de terminar de diseñar con el arquitecto fray Julio Campos el Oratorio Nuestra Señora de Lourdes, que corresponde a una capilla palafito en la ciudad de Castro para los adultos mayores del barrio, que servirá para ayudar a recaudar los fondos para su construcción. Estamos desarrollando el proyecto de reconstrucción del Templo Parroquial San Sebastián de Purranque y supervisando la construcción de la Iglesia San José Carpintero en Vodudahue en el Chiloé Continental, proyecto que recupera el conocimiento ancestral de la arquitectura construida con ensambles de madera. Obras en las que hemos podido aportar nuestra experiencia en términos patrimoniales contemporáneos.

También destaca la restauración de las iglesias de Chiloé…
La muerte de la Iglesia de Quilquico, Monumento Nacional, que los vecinos no pudieron mantener por falta de recursos, llevó al Colegio de Arquitectos de Chiloé, a Monseñor Juan Luis Ysern, Obispo de Ancud y Hernán Montesinos, a la cabeza del Taller Chiloé de la Universidad de Chile, a crear la Fundación Amigos de las Iglesias de Chiloé.

Cada arquitecto de Chiloé apadrinó una iglesia para contribuir con su trabajo a la reparación de los templos más dañados. A mí, particularmente, me correspondió la iglesia de Teupa, luego la de Chonchi y posteriormente la Iglesia de Castro. Las torres estaban inclinadas, con riesgos de caer sobre la nave y los xilófagos se estaban comiendo el interior. La Comunidad Económica Europea, a quien habíamos recurrido, nos ofreció donar $25 millones si la comunidad de Castro juntaba una cifra similar.

Palafito Loft. Foto Andrea Fernández. Este palafito
recicla tejuelas y puertas de una casa neoclásica.

Con este objetivo, y junto a gente vinculada a la iglesia y amigos voluntarios formamos el Comité Aplomar las Torres y lanzamos la campaña “La Gran Minga de Castro”, mediante la cual, haciendo rifas, fiestas, curantos, remates de obras de arte, entre otras acciones, logramos reunir un total de 75 millones que permitieron aplomar las torres y eliminar los xilófagos de la nave. Acciones que avalaron la declaratoria de Patrimonio Mundial del Sitio 16 Iglesias de Madera de Chiloé por parte de la Unesco.

¿Cuál es su opinión frente al polémico Mall de Castro?
El Mall de Castro hoy se estudia en las Universidades como un ejemplo de lo que no se debe hacer. Solo en términos paisajísticos y patrimoniales agredió de manera brutal el Valor Universal Excepcional del Templo San Francisco de Castro, como la obra más relevante de la ciudad. Este proyecto pudo haber sido un aporte si se hubiese construido fuera de la ciudad o se hubiera respetado la escala de esta, sumergiéndolo por ejemplo. Sin duda ,un ejercicio consciente puede ser vehículo de protección de la ciudad. Hoy esta última está creciendo, pasando de dos pisos a cuatro con mansarda, que es lo que permite el Plan Regulador; de los cinco en construcción, cuatro plantean una recreación contemporánea a otra escala, construida en base a una estructura de acero, de las tipologías, texturas, formas, materiales de la arquitectura tradicional. La quinta construcción en cambio es la implantación de una arquitectura moderna en hormigón que podría estar en cualquier otra ciudad. Por lo mismo, todo el mundo se da cuenta que no es una obra apropiada para la ciudad y para Chiloé, porque afecta negativamente con su propuesta la identidad de la arquitectura del lugar.