Uwe Rohwedder G

Desde la academia, donde enseñamos la disciplina de la arquitectura, se pueden abrir espacios para contribuir a mejorar la calidad de vida urbana, pensando en lo que será el futuro de nuestras ciudades y cómo queremos habitarlas. El proceso de empoderamiento y una alfabetización en temas de sustentabilidad y calidad de los espacios habitados nos hablan de educar a los ciudadanos, por lo que una buena manera de hacerlo es desde las universidades, compartiendo con la sociedad investigaciones y experiencias en torno a ello.

En términos de sustentabilidad hay varios enfoques a considerar. En el caso de la sustentabilidad social, el habitar la ciudad debiera ubicarse dentro de las distancias caminables para acceder a distintos servicios. Por lo tanto, las consideraciones en las etapas de diseño de las urbes y barrios debieran tender al equilibrio de la densidad de población e incluir temas económicos y ambientales que ayuden a mejorar el estándar de las normativas y modelos tipos que ofrece el mercado en vivienda pública. Por otro lado, está la sustentabilidad ambiental que se relaciona con factores climáticos y geográficos. Esta nos propone utilizar energías como la solar, lo que implica trabajar el diseño de las viviendas y edificios bajo una orientación que permita la mayor captación solar. Además, se debe sumar la búsqueda de sistemas de aislación térmica innovativas como lo es, por ejemplo, la lana de oveja.

La sustentabilidad económica -para entender el proceso completo- indica la necesidad de contar con modelos colectivos, debido al alto costo de los terrenos que permiten estar centrados y no en la periferia. Es necesario implementar una capacitación en el futuro usuario para la implementación de nuevas tecnologías, mejorar los hábitos de uso y sobre todo reforzar la conciencia ambiental.

Estos son los desafíos que la academia debe tomar. Como experiencia, en la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Paisaje de la Universidad Central, elaboramos un proyecto de una vivienda social sustentable que se denominó Módulo Tendal y logramos construirlo a escala real para participar en un concurso a nivel nacional. Todo ello fue posible gracias a la participación y compromiso de un equipo integrado por profesores y alumnos.

Aquel trabajo, fue un buen ejemplo de investigación y una búsqueda experimental que nos permitió visualizar y proponer mejoras sustentables en la actual política de vivienda social, donde los conceptos claves para llevarlo a cabo fueron uso mixto, secador solar, vivienda para migrantes, prototipo innovador, bajo consumo de agua y baja huella de carbono.

Por lo tanto, el enfoque existente hoy en Chile, sea normativo o cultural, solo se puede cambiar mediante una educación bidireccional, entendiendo que las exigencias actuales en el tema significan bajos niveles de confort en invierno y verano, inaceptables niveles de humedad relativa así como de calidad del aire en interiores. Todo esto desemboca en problemas de salud pública y aumento de los costos de operación y mantenimiento del usuario.

De ahí que las experiencias e investigaciones que se den en este ámbito, constituirían un gran paso en el aprendizaje de futuros profesionales para cambiar significativamente la calidad de vida en nuestras ciudades.