Construir de la mano de la eficiencia energética Gracias a la Calificación Energética de Viviendas (CEV) que implementaron conjuntamente los ministerios de Vivienda y Urbanismo y el de Energía -certificación que aún no tiene carácter de obligatoria, sino que las inmobiliarias y constructoras la solicitan voluntariamente-, hoy podemos comprar una vivienda nueva conociendo exactamente su CEV. Esta calificación va desde la A a la G, siendo esta última la menos eficiente; en Chile, la letra E representa el estándar actual de construcción, establecido en el artículo 4.1.10 de la Ordenanza General de Urbanismo y Construcciones (OGUC), para aislación en muros, pisos ventilados y techo, a partir de 2007.
Inmobiliaria FG, por ejemplo, es una de las empresas que solicita la CEV voluntariamente, obteniendo en la mayoría de los proyectos letra C, que en la práctica se traduce en ahorros energéticos de hasta un 55% respecto de una vivienda base. “Estamos convencidos de que este es un real aporte a nuestros clientes y al medioambiente. Buscamos la categoría C porque permite ahorrar más de la mitad de los costos en energía. A los habitantes de nuestras casas les mejora su vida en varios aspectos, no solo en lo económico, sino también en su salud y bienestar, porque viven con condiciones térmicas parejas todo el año”, señala Isabel Palma, Gerente Comercial de Inmobiliaria FG.
El aumento en el costo de construcción puede ser de un 5% mayor en una casa C respecto de una D. “Pero ese valor puede disminuir si el proyecto se concibe con una mirada de eficiencia desde el comienzo. Nosotros trabajamos con profesionales especialistas que definen materiales y especificaciones técnicas desde el primer plano”, agrega. La certificación tiene dos etapas: Precalificación y Calificación La primera etapa es provisoria, se realiza en proyectos de arquitectura que tengan permiso de edificación aprobado por la municipalidad respectiva, y es válida solamente hasta que el proyecto obtenga la recepción municipal definitiva. En esta etapa lo que se avalúa es la calidad energética del diseño de la vivienda, o sea, los materiales de los muros exteriores, los techos y todos los elementos en contacto con el exterior.
También importa la orientación de las ventanas y otras características arquitectónicas que determinan o influyen en su comportamiento energético.
La segunda etapa es la calificación definitiva de la obra terminada; se vuelve a evaluar que todo lo anterior se haya efectivamente realizado, más el equipamiento interno de la casa y el tipo de energía que usan para calefacción, iluminación y agua caliente sanitaria. Esta calificación dura 10 años.
El principal beneficio de la CEV es el ahorro. Es decir, dependiendo de la calificación de la casa, ahorraremos más o menos plata en cuentas. Por ejemplo: una casa certificada con la letra A podría significar un ahorro de un 80% respecto de la casa E, que es el estándar mínimo fijado por ley para las viviendas. Las casas A y B necesitan de una inversión más alta en su construcción para conseguir ese nivel, mientras que una C puede lograr ahorros de hasta un 55% respecto de la estándar y también requiere un aumento de la inversión, pero moderado.
“El aumento en el costo de construcción puede ser de un 5% mayor en una casa C respecto de una D. Pero ese valor puede disminuir si el proyecto se concibe con una mirada de eficiencia desde el comienzo. Nosotros trabajamos con profesionales especialistas que definen materiales y especificaciones técnicas desde el primer plano”, explica la ejecutiva de Inmobiliaria FG. |