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Por Carolina Magna
Verdugo Ingeniero Civil Estructural Académico Facultad de Ingeniería, Universidad Diego Portales.
COLUMNA
La necesidad de invertir
en Resguardo Sísmico

Chile es uno de los países con mayor actividad sísmica en el mundo. Dada a su situación geográfica, experimenta miles de sismos por año, algunos de los cuales han causado gran cantidad de daños en toda su extensión territorial. Un sismo de gran magnitud en una zona habitada puede provocar miles de pérdidas, tanto materiales como humanas, y para reducirlas se torna perentorio incluir en nuestras construcciones nuevos sistemas tecnológicos de mitigación de daños por sismos.

El último evento sísmico de magnitud considerable ocurrido en la zona central de nuestro país fue en 1985, año en que el comportamiento de nuestras construcciones fue considerado exitoso, es decir, los daños fueron mínimos en comparación a la dimensión del sismo. Sin embargo, las características estructurales de los edificios han ido cambiando después de dicho evento, dando paso a diseños más ajustados, nuevos materiales y sistemas estructurales de vigas y columnas en lugar de muros.

Estos hechos contribuyen a anticipar que el comportamiento de los edificios chilenos bajo futuros sismos importantes puede no ser tan exitoso como lo fue en el pasado, lo que torna fundamental el estudio de nuevas tecnologías que puedan ser incluidas dentro del diseño de los mismos para asegurar un buen desempeño.


Aislación sísmica y mecanismos de disipación de energía

Dentro de estas tecnologías se encuentra la aislación sísmica, consistente en "separar" el suelo del edificio. Entre la fundación y la estructura se introduce un dispositivo capaz de deformarse lateralmente e independizar esta última del movimiento horizontal del suelo provocado por un sismo. Ejemplo de estos dispositivos son los aisladores de goma convencional, los con núcleo de plomo, entre otros. Su uso se observa en los edificios de la Clínica UC en San Carlos de Apoquindo y en el nuevo Hospital Militar.

Otra de las tecnologías traídas últimamente al país son los mecanismos de disipación de energía, que corresponden a elementos que se introducen en la estructura, con el fin de disipar la energía que le imprime el sismo al edificio para que éste prácticamente no se vea afectado. Así, se protege al edificio y a su contenido. Estos tipos de dispositivos son una especie de fusible ante los daños que pueda causar un evento sísmico. El edificio Titanium La Portada -hoy en construcción- posee esta tecnología.

Un último ejemplo de estas tecnologías son los amortiguadores de masa sintonizados. Si bien su uso es más recomendable para edificios altos sometidos a vientos, también ayudan a controlar las acciones sísmicas dentro del edificio. Consisten en incorporar una gran masa dentro de la construcción, para reducir las deformaciones que el viento o el sismo le imprime a la estructura, funcionando esta masa como un elemento restituyente de la deformación. Usualmente se instalan varias en los pisos más altos. Su uso se observa en el Edificio Parque Araucano, primera edificación en Sudamérica en usar esta tecnología.


Potenciando la seguridad

Al usar estas tecnologías, la seguridad de la estructura frente a un sismo es mayor que en un edificio convencional, evitando la paralización post sismo y protegiendo los contenidos. Además, algunas de ellas se pueden utilizar en equipos industriales para el control de vibraciones.

Si bien estas tecnologías están siendo más utilizadas, aún queda un gran camino por recorrer y hay que internalizar que un sismo severo puede azotar con fuerza a nuestras construcciones. Por ello, los expertos en ingeniería sísmica deben traspasar los conocimientos a la sociedad y a los inversionistas que colocan sus recursos en la construcción de nuevos edificios, mostrándoles cuál es la probabilidad de daño y cuál es la cantidad de recursos a invertir si es que la estructura resulta dañada luego de un evento sísmico de magnitud considerable. Es mejor invertir en estas tecnologías que han sido probadas en otros países, siendo muy probable que ello evite tener que reparar el edificio luego de un sismo severo, prescindiendo de los grandes costos asociados a reparaciones y paralización de actividades.

Septiembre 2008
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